"Recuerda tú, recuerden todos que mi cariño y amor crecerán siempre, que nada ni nadie nos podrá separar aunque estemos lejos, y que algún día nos reuniremos para cantar y llorar juntos, para abrazarnos y querernos más. Y que yo siempre seré el niño a quien tú tuviste en brazos aunque haya crecido por este medio que avanza y destroza los años, pero no los recuerdos".
Estas palabras están pensadas y escritas desde la distancia, desde la frustración por saber a su pueblo aplastado por un régimen ruin que lo veja y lo hace danzar en el lodo; pero también desde la flor de la esperanza, ese sentimiento que hace que el precoz poeta, el precoz socialista, al cual la sombra de la muerte empieza ya a rondarlo, a prepararlo para llevárselo; abrigue la esperanza de reunirse pronto en una nación libre, sin hambre, sin látigos, sin capataces, sin abusos. Pero estas acaso son las vísperas de su muerte, de su futuro ya marcado con sangre, de su futuro que ya no es futuro en carne viva, tan solo recuerdo en espacio, en agua, en letras. Sí, estas son las vísperas de su desintegración corporal y bilógica. Porque varios años antes, nadie lo hubiera imaginado, nadie hubiera podido imaginar que moriría solo "en el nacimiento de un nuevo río". Años antes, ni siquiera la muerte sabía que tenía que llevárselo. Entonces, la vida había sido su tutora, lo había acompañado el día que ganó el Primer Premio de Literatura al concluir sus estudios escolares, el día en que ganó el Primer Premio en el concurso "El poeta Joven del Perú" con su libro "El viaje", el día en que se matriculó para estudiar Derecho en la Universidad Mayor de San Marcos, obligado por su padre; el día en que se inscribió en las filas del Movimiento Social Progresista, pero también el día en que renunció a él; el día en que viajó a Cuba. Cuando se hace parte del ELN (Ejercito de Liberación Nacional del Perú) la vida le suelta la mano y se la toma la muerte como su nueva tutora, mostrándole ya el camino de la oscuridad. De la mano de la muerte se adjudica el seudónimo de "Rodrigo Machado"; viaja a la Paz - Bolivia y, ahí se amarra una cinta roja y blanca en la cabeza y avanza al Perú para liberar a su pueblo elegido de la opresión y la tiranía del imperialismo. No tiene una báculo que abre mares, pero sí un fusil que abre pechos y libera cuerpos. Pero los fusiles no tienen amo, no tiene ideología ni sentimientos. Un fusil igual al suyo le abre el pecho y lo libera de este mundo con su pólvora, en medio del Río Madre de Dios. Ahí muere el cuerpo el cuerpo de Heraud y nace su espíritu, el cual es imperecedero.
SOLO
En las montañas o le mar
sentirme solo, aire, viento,
árbol, cosecha estéril.
Sonrisa, rostro, cielo y
silencio, en el Sur, o en
el Este, o en el nacimiento
de un nuevo río.
Lluvia, viento, frío
y azota.
Costa, relámpago, esperanza,
en las montañas o en el
mar.
Solo, solo,
sólo tu sola risa,
sólo mi solo espíritu,
solo
mi soledad
y
su
silencio.
Del Libro "El Río" (1960)